lunes, 25 de julio de 2016

Madrid:Frontera





Detrás de las ruinas de la antigua estación de Atocha se encuentra el mar de Madrid. El agua del mar de Madrid es oscuro como la tinta"


Madrid:Frontera













Hay libros que me entretienen, libros que me conmueven, libros que me impactan, libros que me emocionan. Y después están los libros que habría deseado escribir.
Y no son tantos, en realidad. Madrid:Frontera, de David Llorente, sí entra en ese grupo reducido de deseos de escritora. Ante este tipo de libros albergo una mezcla de sentimientos: admiración, por supuesto; envidia, mucha (y no sé si de la que llaman buena o si se trata de la más perversa. Me cuesta distinguirlas); respeto por el autor, al menos hasta el momento en que lea otra de sus obras y me de cuenta de que aquella novela que me atrapó fue solamente un espejismo (a veces ocurre). Y aunque todos los libros, como cada cosa que nos ocurre, nos transforman, obras como la de Llorente suponen un hito en mi vida de lectora. De escritora supongo que también.
Me acerqué a la obra de David Llorente tras leer una entrevista en un periódico nacional. Me llamó la atención su forma de expresarse y lo que contaba. Me transmitió una interesante sensación de libertad. Sin embargo, nunca me creo todo lo que leo (y menos en la prensa y menos de artistas en general. El postureo es demasiado frecuente), así que me decidí a leer su obra. Lo que uno escribe puede que sea lo más sincero que se haga en la vida. Elegí Madrid:Frontera por casualidad, supongo que porque es su última novela. Ya desde las primeras páginas fui consciente de que por allí andaban personajes como Cormac McCarthy o George Orwell, como fuentes de las que beber, pero lo que más me sedujo fue el hecho de que existía una forma de escribir que no pertenecía a nadie que yo, al menos conociese. Había una esencia bien perfilada que, obviamente, debía de pertenecer a ese autor recién descubierto.
Madrid:Frontera nos presenta un Madrid apocalíptico y deshumanizado: la consecuencia de nuestros actos presentes. En un diálogo, un duelo de preguntas y respuestas entre el protagonista y esa voz omnisciente que todos tenemos, el lector se enfrenta a las vidas de diferentes personajes que, uno tras otro, nos van pintando ese Madrid del futuro que, a mis ojos, ni siquiera me parece un Madrid tan lejano. Un Madrid de calles sin nombre, de gente hambrienta, de lluvia incesante, de ricos y poderosos, de políticos y  bancos, de sirenas y de soñadores.
 Madrid:Frontera, tengo que avisar, no es una lectura cómoda, no te alegra el alma, claro que no, sino que te reta y te invita a la reflexión, al debate contigo mismo o con quien lo haya leído. O puede que te obligue a cerrar el libro y a decir "no quiero ser consciente de la realidad. David Llorente, déjame vivir en paz".





Soy Madrid:frontera (y me dirijo a ti, lector):
Sabes que hay gente a la que le han quitado la voz y ya solo les queda el llanto o el silencio.
Tú mismo, en algún momento, has apretado los puños ante la injusticia y cargas sobre la espalda más peso del que se puede soportar.
Seguro que has contemplado la desesperación ante ti, pero te niegan lo que has visto con tus propios ojos y te dicen que eso de lo que hablas no ha existido nunca.
Probablemente creas que a ti también te están dejando sin voz y te preguntas si no acabarás como los demás, condenado al llanto o al silencio.
Bien.
Debes saber que yo he venido a poner las cosas en su sitio para ajustar cuentas con el pasado.
Que llego de la mano de un escritor que de repente toma conciencia de su enorme responsabilidad y te agarra de las solapas y te grita: ¡Despierta!
Que vengo a hablarte de la verdad, aunque mis páginas quemen.
Yo soy eso, el punto de inflexión.
Y vengo a decirte que jamás debes perder la esperanza.

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